Si hay un tema que siempre despierta polémica es el de los concursos de belleza. Para unos es la celebración de la belleza femenina mientras para otros es la trivialización de la misma. Después de un siglo de movimientos feministas la reflexión no deja de ser interesante. ¿Quiénes son estas mujeres que cautivan los ojos de las cámaras y la imaginación de quien las observa? Nos acostumbramos a verlas en pantalla y espectaculares, en revistas y aparadores. Siempre sonrientes nos miran sin mirarnos y nos seducen con un estilo de vida al alcance de la tarjeta de crédito. Para sus críticos musas del consumismo, para el hombre y la mujer de a pie reflejo de un subconsciente colectivo. De todos los escenarios que conforman el teatro del mundo, el de la belleza es sin duda el más presenciado y el menos conocido. Su encanto parte en mucho precisamente de ese misterio ambivalente.
Cualquiera podrá imaginarse la descomunal organización que supone un evento de esta naturaleza. De entrada lidiar con las casi 50 participantes con sus respectivas delegaciones, familias, porras y otros como maquillistas y peinadores. A esto le sumamos el público local, los medios de comunicación y por supuesto el jurado (haciendo un total de casi 1000 personas).
Ante este océano resulta sumamente gratificante observar la organización de las distintas representaciones (Norte, Centro y Sur). Máxime si hacemos eco de las críticas hacia la apatía de los jóvenes de nuestro país, ya no digamos ante los problemas de la Nación sino ante si mismos.
El certamen en este sentido adquiere un significado más profundo que el que podría esperarse, un significado que podría resumirse en la identidad de lo distinto o la unidad en la diversidad.
En efecto. Este concurso es sobre la riqueza de la diversidad. La belleza particular, muy autóctona, de cada región, es tan variada como el trama de variedades raciales que cubren nuestro país. Reflejo de que “lo otro” lejos de apartar, nos complementa. Bajo esta lupa podemos ver que en el fondo la competencia es más un punto de partida que una evaluación.
Sin embargo ante todo es un concurso y el ojo experto deviene de la búsqueda de lo femenino, para lo cual existe un complicado sistema de reglas escritas y no, que pueden darle objetividad a la calificación. Aunque resulta claro que no basta con ser guapa o bonita. La presencia lo es todo.
Mas allá de tener una corona del jurado, participar supone no solo una experiencia también un crecimiento y un autoconomiento. Bien mirados no son para los hombres ni para los jurados. La mujer no necesita que nadie más que ella misma reconozca su belleza. Y creo que esto es lo más valioso de estos concursos: una celebración de ellas mismas.
RGV
Pd. Agradecimientos varios al CNEIT y todo el staff, muy en especial a Homero Trujillo Flores, Lupita y Bere. Espero vernos el próximo año en Zacatecas. También un agradecimiento muy especial a Juan Mata Vadillo por las fotos para la realización de este sitio y por el apoyo en todo momento.
1 comentario:
que mala onda que cintalapa gano el cuarto lugar en votacion y no la hayan puesto en la foto, pero bueno gracias de todos modos, pero se merese recopnoimiento porque nunca habia pasado nadie del sur menos de chiapas jajaja
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